El jardín selva de Pura Energía

el jardín selva de Pura Energía
donde la vida ES en perfecto equilibrio natural
donde la vida se respeta
El jardín selva de pura energía es una pequeña selva que alberga mucha diversidad de vida.
Tiene casi una hectárea de superficie. Rodea a la casa medicina y a la escuela del espacio Pura Energía.
Es una selva creada que se transformó en un jardín natural, con ese aire a monte, con los mismos sonidos de la selva y con aromas exquisitos, El jazmin selvatico, nativo, estos días, antes de la lluvia, perfumaba todo.

Antes fue campo, con todas las especies hermosas de los pastizales. Hace treinta años eran muuy desconocidas y nada valoradas, a excepción de los que nos criaron sanando con yuyos, como yo.
En aquellos tiempos le ponía mucho afán en cortar el pasto y que parezca un jardín europeo. Era el programa instalado.
El cielo era maravillosamente grande, cada amanecer, cada salida de la luna, pero sobre todo los atardeceres eran gigantescos, como verdaderos cuadros de cielo con pinceladas de nubes de colores atardecer, justo cuando una legión de dormilones salían a cazar las hormigas, que salían volando del gran hormiguero que se había formado a cada lado de la pista del aeroclub, que estaba al lado. Los pocos vecinos acostumbraban quemar el campo, lleno de espartillos, tan típicos del sur de misiones. Habían liebres, perdices, abejas que hacían nidos en la tierra.
Un día vino Irma, no me acuerdo el apellido, que se dedicaba a la botánica para ver si podía ayudarme a reconocer las especies, se fue diciéndome «no las conozco, solo que se nota que siempre queman, porque tienen tremendos raigones con la parte aérea pequeña». Confirmó la razón por la que me fui de la universidad, lo natural no importaba, solo las vacas y las enfermedades. Se veía a la naturaleza como un problema, llena de peligros. Muy a contracorriente con mi corta experiencia de vida, pero sufiente para valorarla.
Siempre habían flores silvestres, bellísimas, más en primavera. Mi hija mayor daba una vueltita por donde hoy se llenó de casas con mucho cemento y me traía hermosos ramitos coloridos.
Enseguida llegaron los arbolitos, la mayoría de un vivero que parecía que estaba perdido en la selva, de un señor, que no me acuerdo el nombre, pero que fue uno de los creadores de la raom, un grupo, que todavía existe, que se dedica a defender la naturaleza. La mayoría frutales que hoy dan mucha fruta.
Los arbolitos fueron creciendo y trayendo pájaros, desde urutaús a picaflores.
Fue y es refugio de muchas especies mientras desvastaban los alrededores para construir casas amontonadas que no dejaban lugar a lo que ya había. Así dejaron de existir las bandadas de ñacundás al atardecer.
Los pájaros sembraron fumos bravos, palos pólvoras, cambyretás, sangres de drago, varias enredaderas bellísimas, talas, ambay, mburucuyás , que se mezclaron con los que planté: caroba, cedrillo, ubajay, yabuticaba, cerellas, nogales, araticús, janbolao, lapachos amarillos y rosados, paltas, nísperos, laureles nativos y exóticos, ciruelos, duraznos, cedro, tacuaras y muchas más.
Mis hijos crecieron cuidándolas y respetando la vida. Toda la vida. Porque entre esa vegetación hay mucha, mucha vida de todas las especies, Y treparon los árboles y se sanaron y alimentaron con lo que ese jardín, esa selva que se fue haciendo frondoza no dió y nos sigue dando..
Los árboles de ley que tienen entre 20 y 25 años tienen un «dap», un Díametro a la Altura del Pecho connsiderable. Hasta los que están en la vereda. Algunos de aquellos sucumbieron con los vecinos, algunos se salvaron.
Siempre me sorprendo con la aversión a la naturaleza de la gente. Tanto miedo como asco y por supuesto desvalorización. Aunque los entiendo, es la propaganda del sistema contra lo natural que no puede poseer y va contra sus intereses mercantilistas, tanto ambientales, como nutricionales, medicinales, de construcción y de jardinería, sumada a la falta de educación de lo que es natural y nos rodea. Le tienen miedo a los bichos pero no a una botella de gaseosa, o de alcohol, que es puro veneno para su organismo.
El jardín selva es un refugio de vida natural, desde sapos, hasta nosotros, lleno de aromas, de texturas, de medicinas, de alimentos para todos los que vivimos en él, fibras que todavía no sabemos aprovechar, tintóreas y hasta leña para la salamandra, que nos proveen los paraísos que se siembran solos y los dejo crecer para tal fin.
Es la prueba que lo que nos da la naturaleza es pura riqueza, Riqueza de verdad.
No usamos nada químico artificial ni tóxico.
No voy al supermercado desde hace muuuchos años.
Casi no generamos basura, la mayoría llega de afuera.
Todo lo orgánico se transforma en más vida, incluidas las ramas de las podas y de los árboles que tenemos que sacar porque crecen fuera del perímetro y que el espacio público no tolera.
Lo cuidamos y lo protegemos, aunque los que cobran sueldos de la municipalidad me consideren una «vecina problemática», porque no les dejo envenenar ni adentro ni a los alrededores, defendiendo no solo la tremenda vida de este espacio que pude preservar de la voracidad inmobiliaria, sinó también a mis vecinos que no saben de biología como yo, igual que los que vienen a envenenar e increíblemente tampoco le tienen miedo a los tóxicos, a los venenos.
yo soy laura – hombre, de ninguna otra especie – natural, no artificial – mujer, de género femenino – soberana, que se gobierna a sí misma y no acepta el gobierno de nadie más, con responsabilidad propia. UCC 1-308, sin perjuicio y sin prejuicio, todos los derechos reservados, el único código que sigue vigente del sistema que fue clausurado.












el jardín selva de Pura Energía
un refugio natural para la vida natual
